miércoles, 24 de agosto de 2016

Dicen los cuenta-cuentos de un pueblito al Sur de Caracas que en la época antes de los relojes y las brujulas, bastaba con mirar al cielo para saber de horas y lugares. Hasta los días nublados uno no podia perderse si sabía levantar la cabeza y dejarse guiar.
Ellos no entienden de aparatos ni de mapas, tienen la suerte de cuidar los secretos de los cielos. 
En las grandes ciudades, la gente para saber la hora mira hacia abajo,  corriendose un poco la manga de su camisa, o sacando el aparatito de su bolsillo. El mismo que usan mirando para abajo cuando no saben como llegar. En cambio en el pueblo de los cuenta-cuentos solamente respiran hondo y miran para arriba, al cielo del sol y de la Luna; cielo de colores naranja, violeta y azules; y se dejan guiar por los mismos secretos que las estrellas les contaban a sus abuelos.
Era septiembre de algún año antes de la revolución. El pueblo estaba aplastado por una sensación rara, mezcla de miedo e incertidumbre.
Caía la tarde y las calles se llenaban de miradas sospechosas, y las multitudes aguardaban en sus casas escuchando las mismas noticias en la radio que el dia anterior. Todos sabían lo que no podían decir, y hablaban de lo que podían saber con palabras sacadas de un cuentagotas.  Pero a Manuel, un sentipensante de profesión, ya nada le importaba desde que el doctor le había dicho algo de que las hormonas lo estaban dejando Calvo.  Ya cansada, su mujer le insistia: -Manuel, si el pelo fuera importante estaría dentro de la cabeza y no por fuera. Como las ideas, Manuel; que las más importantes te dan vueltas en la cabeza durante toda la vida-
"Somos polvo y nada,  todo cuanto hacemos no es más que viento" dice una de las tablillas de barro cocinada con fuego en tiempo de las primeras palabras.  Puede que haya quien Piense así tanto tiempo después,  pero yo creo que somos las palabras que callamos,  las que decimos y las que pensamos.   Somos las palabras que no encontramos para contar lo fuerte que es el amor o lo profundo que es la tristeza. Somos las palabras mudas que se nos pierden cuando nos invade el miedo, Y las palabras danzantes que se nos caen en la felicidad. Y son esas palabras las que hacen viento que sólo mueve hojas,  o viento que forma tormentas y tornados. Viento que revoluciona,  que baila y se adueña de barriletes y sueños.
Una palabra es un ladrillo,  que falta y hace débil o que construye y fortalece.
Una tarde,  en una esquina de tacuarembo,  encontré una leyenda escrita en el tronco de un árbol que decía "Errado esta quien cree enemigos al odio y al amor".  Es el olvido quien mata lentamente al amor,  y que curiosamente ha sobrevivido tantos años de humanidad, olvidada de que venimos al mundo destinados a amar. Unos antes,  otros despues y pobres aquellos encontrados a destiempo volviendose inexpertos en el arte de amar, sin saber que para amar hay que recordar. Por que como dice el hombre de los abrazos,  recordar viene del latin "re-cordis"que significa volver a pasar por el corazon.
Dicen que lo importante es reír,  aunque la procesión vaya por dentro. No hay que estigmatizar al alma por no poder desconectanos a tiempo antes de que las nostalgia nos opaque los sueños.  Despues de todo eso es reír ¿no?. Darle la razón al alma,  de que se puede llegar,  que los sueños están ahí,  esperando sin contra-tiempos a que salgamos a buscarlos y no nos quedemos atrapados aquí.
Hay una tribu al sur de África, que cuando alguien ríe,  los otros abren los brazos,  por que piensan (o saben) que la risa es la llave del alma.
Hace algunos años,  mientras hacia mi practicas de clínica pediátrica en el hospital, tuve la oportunidad de  jugar cn algunos de los chicos de la sala 407 despues de hacer los controles de cada uno. Recuerdo particularmente a uno de los nenes que no habrá tenido más de 5 años, un poco bajito para la edad, y cn muchas pecas en la cara. Que mientras jugaba cn mi estetoscopio me preguntaba donde estaba cada órgano del cuerpo, y cuando yo le respondia el se tocaba el corazón, el estómago, la lengua, etc. De repente, Y muy inocentemente, me pregunta -"¿Y el alma dotor?¿donde esta el alma?"-. Yo un poco desconcertado por la pregunta, y riéndome por dentro por la imaginación de el, le dije q no sabía, pero que creía que estaba adentro del corazón. Pero el, con toda la seguridad del mundo y bien firme desde la camilla me dijo q no, que el alma esta en los ojos. Que por eso cdo su abuelito murió cerro los ojos. Porque su alma se fue al cielo. Hasta el dia de hoy, No me han dado mayor certeza alguna sobre el alma que la que me dio ese nene... Y hasta puede ser que tenga razón, ¿No? O acaso ¿por que los ojos son la parte más expresiva de una persona?, ¿Porque con mirar fijó a alguien podes saber si miente, si tiene miedo, o si nos quiere?, ¿Porque hay miradas que dicen todo?, ¿porqué hay Silencios saturados de miradas gritandose?