martes, 25 de febrero de 2014

La colección de mi memoria.

¿Nunca te has puesto a pensar que tal vez ese polvo de estrellas del que todos dicen que estamos hechos, no sea más que una espesa y abrumadora neblina de recuerdos?
Desde que nacemos hasta que morimos, formamos y perdemos recuerdos a diario. Y eso casi siempre se mantiene en equilibrio. Algunos recuerdos quedan incrustados en nuestra memoria como granitos de oro en una inmensa cueva, y otros solo son breves imágenes que están de paso y se van sin siquiera darnos cuenta de que ellas han entrado y salido de nosotros.
Hay recuerdos amargos, que queman como el agua hirviendo a borbotones, que se nos mete por debajo de la piel y nos escaldan las manos dejándonos marcas inmortales. También hay recuerdos dulces, que se nos pegan entre los dedos como un algodón de azúcar interminable. Hay recuerdos que se nos escapan de la memoria, como si fueran granos de arena que caen de nuestra mano inevitablemente por más que la cerremos como un puño con todas nuestras fuerzas. Y otros recuerdos no son más que detalladas invenciones como las fabulas de un niño, que terminan por convencernos de que son verdaderos hechos ocurridos.
Es simple, somos recuerdos, breves momentos grabados en nuestra memoria. Y de eso se trata vivir; De formar y olvidar recuerdos, Esta bien romper, de vez en cuando, con ese equilibrio y ser un aventurero de oficio y vivir miles de futuros recuerdos. Pero romper ese equilibrio puede ser un arma de doble filo que podría consumirnos la vida simplemente hundiéndonos en la rutina y olvidando día a día nuestros recuerdos sin el más mínimo deseo de salir y ser un formador de ellos, como si nos diera vergüenza decir ante los demás que estamos acá formando recuerdos, que en el mejor de los casos, y si uno pone mucho esfuerzo podría ser el de miles.
Ya sabes, la memoria recuerda hasta morir, y nuestro corazón deja de latir con el último recuerdo que se nos va.

Es por eso que no me preocupa el hecho de morir en sí mismo. Lo que realmente me preocupa es ¿Adónde van nuestros recuerdos?, ¿Quién junta todas nuestras memorias cuando morimos?

viernes, 31 de enero de 2014

Las nubes ardían y se mezclaban por encima de la montaña con destellos de luz roja, violeta y naranja. Las manecillas del reloj se detuvieron y el viento también, no había silencio y tampoco ruido. Era tan perfecta esa postal, que por un momento tuve miedo de no volver a impresionarme nunca mas de nada parecido..para cuando el reloj volvió a correr, ya estaba todo oscuro y mi postal solo en mi recuerdo...