viernes, 19 de agosto de 2011

Dia 102

"A los generosos les hace felices ver a otros felices; los avaros no proceden igual, porque pueden conseguir una felicidad mil veces mayor no haciéndolo. No existe otra razón."
Mark Twain, pseudónimo de Samuel Langhorne Clemens (30 de noviembre de 1835 - 21 de abril de 1910) fue un escritor estadounidense.


Era perfecta la combinación del mate caliente en mi boca, y esa brisa fría que trae consigo el mar y golpea como un boxeador buscando un knock out.
Jazmín dormía con su cabeza apoyada en mis piernas, tenía los pies enterrados en la arena caliente, la tapé con una campera que me quedaba grande hasta a mí.
Ya había trabajado bastante con Álvaro, y había ahorrado dinero suficiente como para continuar viajando un buen tiempo mas. Nunca le pregunté sobre las hojas que encontré aquella noche en la biblioteca. El era un gran tipo, pero era gris, SI GRIS! No era expresivo, ni sentimental ni emocionante. Todo aquello que no tuviera que ver con su barco, o con el mar, le daba igual. No tenia grandes pensamientos ni colores en su vida. Estoy seguro que no siempre fue así, algunas marcas en el reflejo de sus ojos, y en ese silencio casual que se formaba luego de zarpar, mostraban ser vestigios de viejas aventuras.

Mientras la causa de mis distracciones dormía, escribí en su guitarra: "Como si fuera uno de los perros de Pavlov, me hace sentir feliz el simple echo de imaginarte ahí, enfrente mió, sonriendo mientras el sol te pega en la cara. En un momento donde el tiempo no nos pide tiempo y la música sale del silencio, descubro que eres mi magdalena de Proust."
Cuando jazmín despertó, caminamos por la playa y me propuso la idea de viajar juntos. Me fascino la idea de inmediato, tomamos nuestras mochilas, y nos dirigimos a la estación de trenes.
Mientras las cuadras pasaban, sentía como me iba metamorfoseando, era otro, estaba empezando a nacer. Recién a tres meses de haber salido de casa para encontrar lo que verdaderamente soy, mas de cien días hicieron falta para que algo en mí apenas comience a cambiar, o crearse! Esta metamorfosis, me golpeaba por dentro, me pedía salir, mostrarse. En la plaza enfrente a la estación de trenes conocí a Joaquín, un tipo de unos treinta y picos de años que era de puerto rico... Después de unas horas, mi cabeza estaba llena de rastas.
Sacamos pasaje para el lugar mas al norte que tuvieran. Caminamos por los vagones, con nuestras mochilas en nuestras espaldas, hasta que encontramos unos lugares vacíos, justo enfrente de un sacerdote.
Habían pasado casi dos horas de viaje, cuando nos despertamos, el paisaje era ahora un sinuoso camino por entre las montañas, había bastante menos gente. El cura, enfrente nuestro, leía un libro con un titulo raro, en otro idioma claro, pero no sabría decir cual. Se dio cuenta que lo mirábamos.
-Buenas tardes, jóvenes!-dijo y aguardó unas milésimas de un pequeño tiempo para ver si le devolvíamos el saludo, o solo nos limitábamos a desviar la mirada.
- Mi nombre es Facundo Cabral-continuó al ver nuestro saludo.
La charla se continúo varios kilómetros que se llenaron de conversaciones sobre todas las cosas, entre las que más recuerdo, y me gustaría escribir, es cuando nos contó un hecho de su infancia, y una historia que le habían contado cuando viajó por Israel.

-Cuando me fui de mi casa, niño aún, mi madre me acompañó a la estación, y cuando subí al tren me dijo: Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el primero fue darte la vida, el segundo la libertad para vivirla. La oración dilecta de mi madre decía: Señor, te pido perdón por mis pecados, ante todo por haber peregrinado a tus muchos santuarios, olvidando que estás presente en todas partes. En segundo lugar, te pido perdón por haber implorado tantas veces tu ayuda, olvidando que mi bienestar te preocupa más a ti que a mí. Y por último te pido perdón por estar aquí pidiéndote que me perdones, cuando mi corazón sabe que mis pecados son perdonados antes que los cometa, ¡tanta es tú misericordia amado Señor!-relató mientas la voz se le iba haciendo cada vez mas lejana.
Mientras hablaba, Jazmín me abrazaba con más fuerza, y cuando terminó se levanto y se fue a un vagón exclusivo para fumadores... Cuando volvió tenía los ojos un poco llorosos.

Luego de contarle al Padre nuestra historia, en la que se interesó bastante y nos escucho con mucha atención, se dispuso a contarnos unas historia, que le habían contado en uno de sus viajes por Israel.

"...Dos hermanos, uno de ellos era extremadamente inteligente, bastante arrogante y miserable, pero al que su capacidad había llevado a ser un gran millonario. El otro no era un genio, pero era un hombre muy calmo, y por demás generoso, que no le alcanzaba el salario para grandes lujos.
La arrogancia de Francisco lo había llevado a estar prácticamente solo, con excepción de sus empleados. Era un hombre que con solo mirarlo a los ojos te sacaba la sonrisa, te hundía en la depresión, te robaba toda la felicidad. Por otro lado, Santino, era un hombre muy querido en el pueblo, siempre andaba con una sonrisa, le levantaba el ánimo a cualquiera que se lo cruzara por detrás de una de las polvaredas del pueblo.

Como era de suponer su relación estaba por demás desgastada, pero aun así eventualmente se reunían. En una de las veces, Francisco le preguntó a su hermano que como hacia para vivir en un lugar tan precario, tan humilde, cuando el ocasionalmente se conformaba con lo que tenia. Que para que vivía siempre rodeado de personas, por que no hacia como el y hacia una gran fortuna y se dedicaba a disfrutarla el solo, pudiendo hacer lo que solo el quisiera, disfrutando de la libertad de decidir sin tener en cuenta lo que piensen los demás. Santino le respondió que para el era en vano tener tanto y tan pocos en quien gastarlo, a lo que su hermano cuestiono con una carcajada bastante burlona.
-¿Tan pocos en quien gastarlos?-.
-Si, de que sirve gastar todo en uno si lo que mas no hace feliz es la compañía y compartir satisfacciones.- le responde Santino.
-¿Como de que? ¿Que es lo que dices? gastarlo en uno mismo hace que no tires las plata en otros y la disfrutes tu mismo. Si al fin y al cabo eres tu el que se la ha ganado-
- y quien dice que gastarlo en aquellos que queremos esta equivocado. Acaso no vez que la felicidad llega cuando puedes demostrar ante el otro el oportunismo y satisfacción de compartir un momento. En cambio si estas solo, a quien le demuestras la alegría que cargas, y que al guardar en tu cuerpo se desvanece.
-Jajaja!!Que mediocre eres, de verdad que no te entiendo como te conformas con tan poco, y con esos cuentos de que demostrarle al otro nos hace felices. Llegara un momento en que la gente se ira de tu lado por que no tienes mas que darle, en cambio mi fortuna siempre se mantedrá y nunca se acabara por que solo la gasto en mi.-
-Que pena me da ver cuan equivocado estas hermano. Lo que yo les doy es infinito, y es la felicidad la que no tiene limites cuando se comparte, en cambio tu fortuna solo te trae los fantasmas del egocentrismo y la miseria y llegara un momento en que se acabe, por que las monedas se acaban.-
-No me engañaras con tus discursos de felicidad. Yo se lo que la felicidad, yo puedo comprar todo lo que quiero y no me hace falta compartirlo. Te darás cuenta cuando ya muy viejos estés y mueras solo y sin nada.-
-En el fondo te quiero mucho hermano, y mucha pena me dará ver que cuando tu mueras solo te acompañara tu fría fortuna, mientras que yo me iré cuando las personas que amo se encuentre riendo, y me pueda llevar ese pedacito de felicidad conmigo.-
-Esta claro quien se equivoca sobre la felicidad ¿no?- termina diciendo el sacerdote.
-NO!- Responde de inmediato Jazmín.
La miro sorprendido.
-No hay una regla que diga como hay que ser feliz. Cada uno es feliz a su manera, y disfruta la vida como más le guste. Habrá uno que sea mas solidario, pero solo habla de su necesidad de hacer felices a los demás, no de su propia felicidad, a menos que el busque la alegría en la satisfacción de los demás! Si tuviera que elegir una forma de vivir, sin duda alguna elegiría la de Santino, pero así elijo yo, y no quiere decir que Francisco este equivocado, solo que disfruta de una manera mas egoísta.- se explica Jazmín
-¿Y como reconoces esa felicidad si no la vez reflejada en la persona con quien deberías compartirla?- pregunta el cura.