La televisión llega a millones de personas, pero al alma de pocas. La medicina llega a menos personas, pero tiene el potencial de cambiarles las vida.
Lisa Sanders ( 24 de julio de 1956) asesora médica de la serie Dr. House, columnista médica del New York Times y ex responsable del Primary Care Internal Medicine Residency Program en la YALE School of Medicine
¡Las últimas semanas hemos estado recorriendo de punta a punta
todo Perú! Wow, que país fascinante, una diversidad de paisajes
e historias escondidas que sorprenden.
Todavía cargábamos con la paz que traíamos del Machu
Picchu. Es algo maravillosamente hermoso, y misterioso. Es algo de lo que no
hay imaginación posible para describir y
sentir. Simplemente hay que estar ahí, a 2500 metros sobre el
mar y viendo esa increíble y romántica ciudad. Antes del
volver, entre las piedras de uno de sus muros, deje escondido un papel con la
frase "Tu misterio es más interesante que mi imaginación".
Ayer decidimos
parar unos días en Piura, al norte de Perú, porque Jazmín ha
estado con fiebre, y a pesar de la insistencia de ella de seguir, le
dije pararíamos algunos días hasta que se mejore.Después de
dejar las cosas en la habitación, y a Jazmín descansando en la
cama, baje a la recepción del Hostel Los Cocos Inn,
donde habíamos parado, y pregunte donde podía encontrar una
farmacia cerca de ahí para comprar unos medicamentos.
-¿Que necesitas?-
Me dijo un hombre que estaba al lado mío en la recepción. (El acento
argentino era inconfundible, y se notaba que era del interior)
-Algo para mí...-
me quedé pensando unas milésimas de segundos
-...mi novia- Fue
raro decirlo, nunca me había referido así a Jazmín
-¿Por qué? ¿Que le
pasa? Tal vez yo tengo algo que darle, soy médico y llevo algunos
medicamentos.- Me dijo, quien después se presentaría como
Alejandro, un chico de 26 años de San Juan que estaba
recorriendo América del Sur.
Le conté lo que
pasaba con Jazmín y subimos. La revisó un poco, le tomo la temperatura,
y le hizo unas preguntas. Le dio un par de pastillas y le dijo como tenía que
tomarlas, y que eran para la fiebre y algo más que ahora no recuerdo. Charlamos
los tres un rato, hasta que Jazmín se durmió, y decidimos ir al
bar que estaba en la esquina a tomar algo y seguir charlando, mientras ella
descansaba.
Una cerveza llevo a la otra y cada una traía un poco de historia de
cada uno de nosotros, que compartíamos con el otro, hasta que la
lengua se nos empezó a soltar, y sin pisar la borrachera, ya nos creíamos unos
eruditos en filosofía y ciencias del estilo,
y debatíamos una diversidad de temas de los que solo dos personas en
un bar con varias cervezas encima cada uno pueden saber. Así llegamos
a un tema del que todavía recuerdo, y el que realmente fue el de
mayor controversia y del que hablamos con un desaliñado tono sobrio. Sería
absurdo, y abundaría en suposiciones si les tratara de citar
textualmente esa conversación, pero me gustaría comentarles cual
fue la idea en general de la que hablamos.
Dolor, dolor y sufrimiento, dos sentimientos tan opuestos como iguales.
Dos afecciones dañinas de diferentes objetivos. Una es independiente de la
otra, y sin embargo a veces conviven en el mismo tiempo. Cuando nos referimos
al dolor, ¡es algo físico! Nos duele la cabeza, o nos duele la panza, o la
pierna. Sentimos dolor cuando nuestro cuerpo es el que "sufre". Y por
otro lado, hablamos de sufrimiento, cuando son
los sentimentalismos los que se ven afectados, cuando nos hieren
emocionalmente. Sufrimos, cuando nos "duele" el alma.
Siendo así, los familiares de una persona con cáncer, padecen un
sufrimiento terrible, pero no sienten dolor alguno. Una persona a la que le
dicen que murió un amigo siente que le desgarran el alma, pero no
sangra por ninguna parte, no siente dolor. Hay fracasos
que realmente se sufren y tampoco duelen. En cambio, cuando una madre
esta pariendo, siente dolor, pero no sufre, pues está dando a luz a su hijo. Un
boxeador que gana el campeonato mundial, seguramente le duele todo el cuerpo, pero
no sufre, por que ha cumplido su meta de ser el mejor del mundo. Hay muchos
personas que sufren de una enfermedad que no tiene cura y es devastadora, que
llegado un momento crítico, eligen rendirse para no sentir más dolor y estar en
paz, y no sufren esa decisión.
Al día siguiente, recuerdo que me despertó Jazmín, y yo
estaba tirado en el sillón, vestido, y con la camisa desprendida.
Nos reímos un poco de la situación, desayunamos, y fuimos a
buscar a Ale para recorrer algunos lugares de la ciudad. Nos consto
despertarlo, se quejo todo el día de la resaca que tenia. Alquilamos
un auto entre los tres y fuimos a conocer las playas de Mancora, que
nos habían recomendado la gente del hostel, eran las
típicas postales de playa con palmeras y el sol en ocaso. Y a la
tardecita fuimos a ver las grandes ferias de artesanías de Catacaos y
de Chulucanas. Típica posta del playa con palmeras y el sol en ocaso.
Esa misma noche nos despedimos de Ale mientras comíamos chifles con
cerveza, ya que el partiría la mañana siguiente hacia el
este, adentrándose en el norte de Brasil.
Pasamos unos días mas en Piura con Jazmín,
la mayoría del tiempo estábamos en la playa. Yo aproveche
para comprar y leer un libro de un hombre en el que había estado
pensando mucho últimamente, Mario Benedetti.